martes, 29 de septiembre de 2009

Zapatos de gamuza azul


"NO me pises los zapatos de gamuza azul, haz lo que quieras pero pasa de mis zapatos de gamuza azul", cantaba Elvis Aaron Presley en Blue suede shoes. Un tipo elegante y presumido el de Tupelo, Missisipi, al que no le gustaba nada que le mancharan sus zapatos de bailar. Han pasado mas de 50 años y poco o nada ha cambiado. Como hace cinco décadas, hoy, el rockero de pro sigue siendo igual de elegante y coqueto a la hora de vestir, bien sea para ir a trabajar de lunes a viernes o bien sea para salir de marcha. Del mismo modo que las marujas se tunean para ir a ver zarzuelas, óperas u obras de teatro al Ayala, Arriaga o Euskalduna, el rockero de bien gusta de arreglarse concienzudamente para enfrentarse al fin de semana, haya o no un concierto de por medio. Si hay un bolo, mejor, pues no es sino la mejor ocasión que tiene uno de lucir sus mejores trapos. Se preguntará el lector qué se puede encontrar en el armario del rockero de pro. La verdad es que hay de todo y para todos los gustos, estilos y bolsillos: camisas con chorreras, camisas entalladas, pañuelos, botas de tacón cubano, botas doctor marteens, botines, zapatillas, las omnipresentes y sobrevaloradas converse all-star, parkas, chupas de cuero, cazadoras tejanas, cazadoras en general... Podría seguir pero es que ¡todo vale! Siempre, eso sí, que se lleven con estilo. Fundamentales son los jeans, todo un mundo. Hay quien los considera parte de su propia personalidad. Unos los prefieren de pitillo, otros los rectos de toda la vida, mientras hay quien opta por modelos más acampanados. Tan importantes son en la imaginaria rockera que hay quienes llegan a relacionar un tipo de pantalón con un sonido. Casi nada... Y llega la hora de hablar de la madre del cordero, las camisetas. Una prenda simple, sencilla y barata pero de vital importancia cuando de vestir se trata. Tiende a almacenar el rockero, cual Diógenes patilludo, cientos de camisetas de cientos de grupos compradas en alguno de los cientos de bolos presenciados. Ahora, siempre tiene sus favoritas, ésas que sólo se pone en los días clave, ésas que cuando las viste, todo el mundo se le queda mirando y con las que se siente el más enrollado del lugar. ¡Ojo! No está bien visto lucir una camiseta de un grupo del que no se posea disco alguno o del que ni tan siquiera se haya oído hablar. Sí, hay gente así. Por último, una máxima de obligado cumplimiento: jamás se debe acudir a un bolo luciendo una camiseta del grupo al que uno va a ver. No resulta demasiado apropiado y queda feo, créanme.

Artículo publicado en el Diario DEIA el 19 de junio de 2009.

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